Uno de los temas más recurrentes a los que estuve expuesto en este último tiempo es el de los sesgos cognitivos.
Me fascina ver cómo opera la mente humana y como los mismos atajos que utiliza para resolver problemas del día a día puede representar una de sus principales desventajas. Esta paradoja me llevó a hacer este artículo.
Muchas veces había leído sobre el tema, sobre todo en libros en inglés cuando me encontraba con la palabra “bias”, y por lo general siempre me encontraba con el “negativity bias”, sesgo de negatividad en español.
Sin embargo, fue en el libro de James Smith, un preparador físico australiano, en el que empecé a profundizar más en este tema. Este libro, “How to be confident”, trata sobre la confianza y en su introducción no sólo hizo referencia a los sesgos cognitivos sino que más bien citó una y otra vez al padre moderno de este tema: Daniel Kahnemann.
A partir de aquí, me zambullí directamente en su libro “Thinking fast and slow” para aprender sobre este tema.
¿Qué son los sesgos cognitivos?
Los sesgos cognitivos son patrones de pensamiento que pueden distorsionar la percepción de la realidad y llevar a decisiones erróneas o juicios inexactos.
Tener estos sesgos no es nada malo, de hecho, es natural. Estos sesgos surgen debido a la complejidad del proceso cognitivo humano, forma parte intrínseca de los propios modelos mentales de cada ser humano.
Como te comentaba anteriormente, la tendencia de la mente humana es buscar atajos o simplificar la información que recibimos, confiando en nuestras propias experiencias y conocimientos previos, para así tomar decisiones y comportarse.
Esta búsqueda automática e inconsciente de atajos mentales se llama heurística. Este proceso se basa simplemente en buscar la solución más rápida, pero no necesariamente la más adecuada.
Los sesgos cognitivos, muchas veces, convierten este maravilloso proceso de simplificación en las barreras que impiden a una persona lograr sus objetivos.
Por ejemplo, los sesgos cognitivos pueden llevar a un jugador a subestimar a su oponente y tomar riesgos innecesarios, o pueden hacer que un entrenador tenga una visión sesgada de un jugador en particular y no lo seleccione para el equipo. También pueden llevar a un deportista a tomar decisiones impulsivas en momentos críticos, basándose en información distorsionada.
Antes de explicarte algunos de los sesgos cognitivos más conocidos, profundicemos sobre qué es la heurística y cómo se relaciona con éstos sesgos.
¿Qué es la heurística?
La heurística es un proceso mental que nos permite tomar decisiones rápidas y eficientes en situaciones complejas y ambiguas, basándonos en la información limitada que tenemos a nuestra disposición. En otras palabras, es un atajo cognitivo que utilizamos para simplificar la toma de decisiones y reducir la carga mental que enfrentamos.
Utilizamos la heurística porque nos permite tomar decisiones rápidas en situaciones donde la información es limitada o compleja. Sin embargo, también puede llevar a errores de juicio y decisiones que no estén alineadas a lo que queremos que realmente suceda. Esto se debe a que la heurística puede ser influenciada por los sesgos cognitivos, que son patrones de pensamiento que nos hacen interpretar la información de manera sesgada y parcial.
Kahneman propone con su teoría que contamos con dos sistemas (el sistema 1 y el sistema 2). El primero es el de la heurística, el de los atajos mentales. El segundo, el racional, el que nos permite reflexionar detenidamente sobre algo.
El ejemplo más claro y divertido que propone Kannemann en su libro es un ejercicio matemático en un estudio que se realizó.
Responde rápidamente.
Un bate y una bola cuestan $1,10
El bate cuesta un dólar más que la bola
¿Cuánto cuesta la bola?
Muy probablemente tu respuesta fue que la bola cuesta $0,10. Ese fue tu sistema de simplificación de información, que cometió un error para lograr una respuesta con más velocidad.
Si la bola costase $0,10 y el bate $1 más que la bola, el bate sería de $1,10. Por lo que todo saldría $1,20.
La bola cuesta $0,05. (y el bate $1,05)
Aquí entran en juego los sesgos cognitivos. Lo que sucede es que estás visiones limitadas de la realidad impactan y alteran los procesos heurísticos.
Por lo tanto, es importante estar consciente de estos sesgos y trabajar para minimizar su impacto en la toma de decisiones.
5 sesgos cognitivos que pueden ser útiles de conocer
Existen muchísimos sesgos cognitivos en la literatura científica. De hecho, pueden haber más de 180 y siguen apareciendo. Te voy a compartir 5 sesgos cognitivos para que puedas tomar consciencia de cuáles son los mecanismos ocultos de la mente que quizás están impactando en tus decisiones y rendimiento.
En este artículo sólo voy a explicarte brevemente de qué se trata cada uno para no te abrume la información; luego haré más contenido específico de cada uno de ellos.
Sesgo de negatividad
El sesgo de negatividad es un sesgo cognitivo que se refiere a la tendencia a dar más peso y atención a la información negativa que a la positiva en una situación. Es decir, las personas tienden a enfocarse más en lo negativo que en lo positivo, incluso cuando ambos aspectos están presentes.
Este sesgo puede existir debido a varias razones, pero la principal y la más destacada es un tema biológico evolutivo. El humano desarrolló su cerebro aprendiendo a sobrevivir de las amenazas externas y por lo tanto su sistema se creó sesgado por esta tendencia. Como se dice por ahí, al cerebro no le interesa ser feliz, sino simplemente sobrevivir.
Por ejemplo, la heurística es un acto de ahorro de energía para el cerebro. “Energía para sobrevivir”
La próxima vez que des más peso a algo negativo, primero acepta que es una respuesta fisiológica y mental normal.
Sesgo de disponibilidad
El sesgo de disponibilidad es un sesgo cognitivo en el que las personas tienden a juzgar la probabilidad de un evento futuro en función de la facilidad con la que pueden recordar ejemplos – “disponibles” – de ese evento en su memoria.
El sesgo de disponibilidad puede darse porque la información más fácil de acceder en la memoria pueda ser más reciente, más emocionalmente impactante o más relevante.
Esto puede distorsionar fuertemente la realidad y las expectativas. Por ejemplo, creer que se va a perder el partido porque se perdieron los últimos, o porque en esa instancia se perdió duramente unos años atrás y fue muy doloroso.
Es importante también considerar que en todos los casos,los sesgos cognitivos pueden ser útiles. Por ejemplo, tener una velocidad de reacción ante un evento indeseado gracias a contar con disponibilidad de información reciente, será una ventaja a la hora de actuar.
Sesgo de confianza
En el área deportiva se da con mucha facilidad el caso de una carencia de confianza y es uno de los aspectos que más se trabajan en la confianza, sobre todo después de eventos externos que no dan el feedback deseado, como por ejemplo errar un tiro libre en baloncesto.
El sesgo cognitivo de confianza es más bien lo contrario. Se refiere a la tendencia que pueden tener las personas a sobreestimar sus habilidades y capacidades. Por ejemplo, un futbolista con 10 años de experiencia en la alta competencia puede ser víctima de este sesgo, suponiendo que no necesita aprender más y siente, de verdad, mucha confianza.
Este exceso de confianza, muchas veces llamado falsa autoconfianza, tampoco es ideal para el rendimiento. Sobreestimar la confianza puede llevar a una preparación baja o subestimar una situación o a un rival.
Es importante ser capaz de realizar autoevaluaciones – y contar con feedbacks externos – realistas de las habilidades y conocimientos, y estar dispuesto a reconocer y corregir errores para seguir mejorando.
Sesgo de supervivencia
El sesgo de supervivencia ocurre cuando las personas toman decisiones o sacan conclusiones basadas únicamente en las observaciones o datos que están disponibles debido a que otros datos o información ya no lo están, seguramente por no “haber sobrevivido” algún filtro.
Este sesgo es el culpable de que muchas veces creamos que una muestra es representativa simplemente porque es la que vemos, pero la vemos porque es la que ha llegado a nuestros ojos.
Suena raro, pero es simple. Es el hecho cultural y social de siempre mirar y basarse en los casos de éxito. Los casos conocidos son los que nos dan las pistas de cómo debemos comportarnos o pensar, pero esta información es incompleta ya que muchas veces no sabemos cómo fue con los que tuvieron éxito o simplemente no trascendieron.
Por ejemplo, siempre vamos a analizar las rutinas del campeón y no del subcampeón, porque todos queremos ganar. Sin embargo, ambos tenían el mismo objetivo y uno solo ganó. Quizás no nos preguntamos ni siquiera porque ganó. ¿Y quién tiene los mejores hábitos de rutina? Quizás el segundo, pero lo ignoramos.
Ese es el sesgo de supervivencia
Efecto halo
El efecto halo es bastante conocido y es el sesgo cognitivo que influye en cómo las personas perciben a otras personas, entornos o situaciones. Básicamente, se trata de la generalización a partir de una impresión.
De una impresión particular se pasa a una impresión general.
En el deporte, el efecto halo puede afectar, entre otras cosas, la forma en que se evalúa el rendimiento de un atleta. Por ejemplo, si un jugador de fútbol tiene una mala actuación en un partido, puede ser juzgado negativamente en otros aspectos, como su ética de trabajo o su actitud, incluso si estos no estaban relacionados con su mala actuación.
También puede influir, por ejemplo, en cómo ves a tu entrenador. Quizás por el simple hecho de que no te guste su cara, puedas empezar a juzgar sus conocimientos, su experiencia y su calidad humana.
Los sesgos son sesgos
Este titular no es ninguna novedad, los sesgos son sesgos.
¿Qué quiero decir con ésto?
Que a veces no es tan simple ser conscientes de los mismos porque son parte de los mismos mecanismos de pensamiento, entonces, no los identificamos.
Nuestro pensamiento está viciado por nuestra propia manera de pensar (por eso a veces es tan útil contar con otras personas para que nos acompañe, como un coach)
Es importante saber que muchas veces podemos estar cayendo en estos sesgos y tomando malas decisiones, por lo que es muy interesante dentro del trabajo de autoconocimiento poder, en primera instancia, identificarlos.
Una vez sepamos cuáles son los que más nos están influyendo, se puede empezar a prestar atención más cuidadosamente a nuestros pensamientos y nuestros comportamientos para intentar no ser víctimas de estos sesgos, o mucho mejor, utilizarlos a nuestro favor y que podamos tomar mejores decisiones.
Cuando el árbol te tapa el bosque, es difícil ver más allá. Y si el árbol eres tú, mucho peor.