Andrés Bale

McGregor Forever: la mente de un campeón por dentro

¿Cómo piensa un campeón? 

¿Qué lo hace diferente al resto? 

Uno de mis hobbies favoritos en mis tiempos libres es mirar documentales sobre historias de deportistas que marcan un antes y un después en la vida de sus deportes. 

En esta oportunidad vi el documental de Conor McGregor que está en Netflix y se llama: McGregor Forever. 

Consta de 4 episodios y me pareció imposible no hacer un repaso y rescatar las principales perlitas para compartir y responder a estos interrogantes. 

Agrupé algunos temas que me parecieron recurrentes en el documental y que reflejan cómo piensa, siente y vive este atleta legendario de las artes marciales mixtas.

  1. Propósito y visión
  2. Perspectiva mental
  3. Amor
  4. Inteligencia adaptativa
  5. Compromiso

Propósito y visión

Contrariamente a lo que suele suceder con cualquier historia de deportistas legendarios, en el caso de Conor McGregor la historia no comienza en la niñez, sino de forma tardía a los 17 años. 

En un suburbio de Dublín, Conor trabajaba duro en diferentes trabajos como plomero y sus peleas eran contra las hipotecas y deudas en su familia de clase baja. Cuenta que en esa adolescencia desarrolló los valores de trabajo duro, lealtad y respeto.

Confiesa haber empezado en los deportes de combate porque “sentía emociones raras”. Tenía una intención de entrenar estas emociones y por eso empezó a pelear, también para descargar de todas sus inquietudes diarias. 

Aquí se puede ver su gran capacidad de percibirse a sí mismo emocionalmente desde un comienzo, lo que lo llevó a conocer el amor por su deporte. 

En viejas conferencias se puede ver cómo desarrolló una ambición por ser grande en su deporte y llegar a lo más alto, reflejando su visión y propósito de ser campeón de UFC, la competencia más importante del mundo. 

“Me verán en UFC sin dudas” y “Voy a llegar a la cima 100% seguro” son expresiones que repetía sin parar. Demostrando su capacidad para “creer”, teniendo una meta muy clara y sabiendo cuáles eran los pasos que debía dar para lograrlo.

Perspectiva Mental

Una de las habilidades mentales más importantes que observé en McGregor Forever de su protagonista es la capacidad de hacerse preguntas o permitir que se las hagan. Es decir, dejando su ego a un lado permitía encontrar mejores respuestas ante estos interrogantes, que le facilitan en todo momento tener el mejor enfoque mental posible.

Una de las preguntas más poderosas que se hace es: “¿Qué me detiene?”

En una escena se observa escrito en la pizarra de la pared: “¿De donde viene la fuerza?”

Connor tiene muy claro que la fuerza no viene del físico propiamente. De hecho, esta pregunta le sirve para conectar con el primer punto, el propósito y la visión. 

¿Para qué hace lo que hace? De ahí viene la fuerza.

Cabe destacar que ese breve momento en que se ve el cuadro, es una clara muestra de la importancia de moldear el entorno y crear sistemas a la hora de pensar en la mentalidad. 

Tener esa pregunta en la pared no es inocente.

Otro detalle de color imperceptible para cualquier espectador, es cuando aparece una épica foto de Muhammad Alí haciendo un KO en la pared de su oficina. Modelar en casos de éxito, otra característica de los mejores.

En un momento le preguntan: ¿Cuánto de tu juego crees que es físico y cuánto mental? Conor respondió: “probablemente 100% mental”. 

Esta respuesta es reveladora porque indica de dónde viene su fuerza. Viene de su mente. 

Y está preparado para cuándo las cosas no salen, primero revisar su propio enfoque, más que caer en el victimismo. 

Otra de las perspectivas que lo convierten en un gran competidor es cuando habla en los momentos más duros, en las derrotas o lesiones, como cuando pierde la épica batalla con Kabib. 

Algunas de las frases que deja McGregor con respecto a esto son:

“Debes perder muchas veces para poder ganar. No me quejo” 

“No hay oponentes, peleas contra ti mismo”

“No quiero ser la persona que se queja, que pone excusas. No quiero un carácter débil.

“La derrota no me perturba”

McGregor hace hincapié en que los premios van y vienen, mientras que los momentos personales son los que perduran. Por eso se esfuerza por mantener el disfrute en su ecuación y comparte lo más posible con su familia, sobre todo después de los duros golpes. 

En reiteradas escenas comenta que luego de perder, analiza lo que salió mal e intenta corregir los errores. Se toma un periodo para reflexionar, conectarse consigo mismo y confiesa que “se aprende mucho más en la derrota”. Es imprescindible, según sus palabras, dejar el ego de lado y buscar diferentes opciones.

Por más que esté considerado un deporte individual, McGregor reconoce la importancia de creer y confiar en tu equipo para llegar a lo más alto.

Por último, me resultó interesante cómo se colocaba su perspectiva desde el “ser” más que desde el “hacer” o “tener”. 

“Soy todo lo que quiero ser”, repite. “Yo tengo la actitud que quiero tener. Siempre me senti un cinturon negro. tengo todo, esa es mi mentalidad” 

El enfoque mental sería SOY Y POR ESO TENGO.

Amor

Durante gran parte del documental se pone en juego el amor. Por más de que parezca un concepto alejado del deporte, en realidad es clave. 

El amor es el motor que conecta el propósito y la visión con el compromiso y la disciplina sostenida en el largo plazo. Cada acción realizada, en un punto, está hecha con amor.

El amor lo llevó a Conor McGregor a empezar a pelear, a seguir peleando y a no dejar el deporte en los momentos difíciles. 

Los millones que Conor hizo en el octógono hacen preguntarse a él y a todo su séquito una y otra vez por qué sigue peleando. Realmente se lo plantean como incógnita porque podría no hacerlo más y ya. 

“¿Cuál es el punto de que siga peleando?”: se preguntan los periodistas.

El punto es el amor por el deporte, por la competencia. 

McGregor sigue peleando porque ama las artes marciales mixtas, y ese amor lo hace competir al máximo nivel aún con lesiones, derrotas y altibajos en su carrera. 

En cierto punto, todos los deportistas deben tener amor hacia lo que hacen para tener ese tipo de carreras bajo tanta exigencia. Salvo casos como los de Agassi, que paradójicamente expresan que eran movilizados por el odio hacia su deporte. 

Durante McGregor Forever se habla mucho sobre el amor y por eso lo destaco. También se muestra con imágenes constantemente como el amor por su familia es un ancla emocional de contención y disfrute en su carrera. 

Por más de que su carrera de luchador sea activa y requiere mucha energía y tiempo, McGregor demuestra que compartiendo tiempo con sus seres queridos y poniendo al amor en un lugar prioritario de su vida, puede lograr todas sus metas deportivas. 

Me gustaría hacer un aporte a la temática no tan hablada de amor y deporte (y demostrar su evidente utilidad) con una perlita que escuche en un podcast al legendario tenista Novak Djokovic.

Djokovic dijo: 

El amor te abre el corazón. 

Si se te abre el corazón se te abre la mente. 

Si se te abre la mente te haces más flexible y puedes empezar a perdonar.

Aquí, en ese punto, dejas de ser ignorante y juicioso hacia ti y los demás. 

Por último, Novak expresó que cuando más amor siente, ya sea hacia él mismo o hacia los demás, es cuando se encuentra totalmente inmerso en el momento presente. 

¿Amor y deporte? Sin dudas.

Inteligencia adaptativa

Una de las cosas que más me llamó la atención es que Conor McGregor expresó en varias oportunidades la capacidad de adaptarse al entorno. Lo pondero enfáticamente como una habilidad mental ya que esta flexibilidad es digna de una mente abierta y estratégica. 

Está más que claro para Conor la importancia de apalancarse con el ambiente y ver al entorno en sí mismo es un sistema.  

Por eso, se puede ver a Conor comportándose de miles de maneras distintas y a veces impredecibles. Cuando es necesario el “trash talking”, habla así a sus rivales. Cuando es necesario seriedad y formalidad, así lo hace.

¿Es ético? ¿Está bien? 

A él le funcionó y es uno de los mejores peleadores de la historia. 

También hizo referencia a la inteligencia adaptativa y a la anticipación situacional cuando hablo de preparar sus combates en base a sus rivales. 

Todas estas estrategias, revisadas con el feedback de los resultados, permitieron a McGregor seguir mejorando. Por ejemplo, al perder con Khabib se dio cuenta de que su personaje no le había jugado a favor, sino que lo hizo perder el foco. Se enfocó más en el rival y la disputa que en su propio rendimiento, foco y compromiso.

Esto da pie al último punto. 

Compromiso y foco

Conor demuestra el componente casi – o total – de obsesión que muestran todos los mejores de cada deporte. Ser el mejor no es para cualquiera y en su caso se puede ver cómo lleva a la práctica ese compromiso consigo mismo y con los demás

De hecho, en un momento se compara con Vincent Van Gogh, y dice que “perdió la cabeza” con tal de ser el mejor, así como el pintor dedicó toda su vida al arte y “perdió la cabeza” en el proceso. Sin embargo aclara que para él, toda esa “locura” vale la pena.

Una de las enseñanzas de su carrera que nos deja en el documental es el tema del foco y cómo este puede afectar el resultado final.

En la preparación de la pelea con Khabib se centró en todo lo que pasaba por fuera del combate, “el circo”. Luego de perder confesó que las distracciones lo hicieron alejarse del objetivo final.

En la preparación de la siguiente pelea, cambió 180° su estrategia: empezó a volver a tener el compromiso que había perdido, con foco en lo importante, sin distracciones y pensando únicamente en sus habilidades. 

El compromiso, para él, es comprometerse con la excelencia y rozar la obsesión. 

Obviamente, como todo en la vida, tiene un lado oscuro y un precio a pagar y quienes estén dispuestos a hacerlo probablemente serán los que tengan el peso que tiene McGregor en la historia del deporte mundial.

McGregor Forever, un documental que recomiendo para todo aquel que admire a competidores de éxito y que demuestran una mentalidad a prueba de balas. 

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