¿Por qué es fundamental disfrutar a la hora de competir?

Seguro que conoces ya a Carlitos Alcaraz, ¿verdad?

Este chico apareció en todos los medios y las redes sociales durante varios días debido a su reciente éxito al ganar el famoso torneo de US Open y convertirse en el jugador más joven en alcanzar el número 1 del ranking del tenis mundial.

En sus declaraciones, no sólo compartió la importancia de ser acompañado en los aspectos de mentalidad, resaltando la figura de psicóloga deportiva y mental coach, sino que utilizó una frase muy potente para describir uno de los motivos por los cuáles había ganado. 

Simple y disruptivo a la vez, Carlitos declaró: “He jugado feliz y por eso tengo el trofeo”.

Digo disruptivo porque ya van a saltar los sabelotodos a decir: “ no existe el disfrute en el alto rendimiento, todo es presión, sacrificio y esfuerzo” 

Bla, bla…

Grande Carlitos. Tienes un futuro prometedor, sigue así.

Esas 9 palabras (“He jugado feliz y por eso tengo el trofeo”) reflejan lo que para muchos resulta imposible: ser feliz dentro de la cancha. 

Tú sólo puedes querer lo que conoces. Y si no disfrutaste nunca compitiendo es más que entendible que pienses que no es posible. Te entiendo.

Me atrevo a decir que el disfrute en el alto rendimiento no sólo es necesario sino que es un requisito fundamental. Imprescindible para todos aquellos que llegaron – o que quieren llegar alguna vez – a la cima de su deporte.

La presión del mundo del deporte es abrumadora y la difícil tarea de encontrar un refugio de felicidad allí dentro parece ser una de las claves del éxito.

¿La clave de la consistencia?

Ser constante significa ser perseverante y continuar haciendo lo que hay que hacer a pesar del contexto. 

La consistencia me resulta un concepto más evolucionado que la constancia y agrega los condimentos de la calidad en la constancia, manteniendo una estabilidad en forma coherente y, principalmente, una cualidad que no permite que la perseverancia no se extinga.

Se puede ser constante hasta cierto punto. Para mantenerse en la excelencia es necesario ser consistente. 

Y para lograr ésto el disfrute toma una relevancia fundamental. 

¿Crees posible ser consistente durante 15 años sin ser capaz de disfrutar? Imposible. 

A menos que quieras lograr hazañas deportivas llevando por detrás una vida miserable. 

Suponiendo que sea posible tener una carrera deportiva exitosa sin disfrutar, sigo sosteniendo firmemente la hipótesis: el disfrute representa un requisito fundamental y lo pongo a la altura de la confianza, la motivación o la gestión emocional. 

Sin disfrutar todo lo demás carece de sentido porque no eres una máquina que practica deporte, eres una persona. Para eso, vete a trabajar de otra cosa o práctica con tus amigos dónde si la pasas bien.

Poder disfrutar y competir bajo presión se trabaja, se entrena. No digo que sea fácil, digo que es importante para desarrollar tu carrera.

Aquellos que lo han logrado pueden decirlo. Escribo esto y se viene a la mente Ronaldinho cuando jugaba al fútbol. 

Jugar con una sonrisa no es para cualquiera. 

Flow y disfrute

El disfrute aporta al estado flow, el estado óptimo de performance ya que cuando uno está gozando de lo que hace reduce las interferencias, preocupaciones o cualquier estrés que pueda impedir tu máximo rendimiento. 

Por otro lado, a la inversa igual funciona. Estar en estado de flow genera disfrute. Una vez entras allí quieres volver a repetirlo una y otra vez. Te haces adicto, quieres disfrutar. 

Las sensaciones placenteras que van a disparar cascadas de neurotransmisores gratificantes en tu cerebro te van a permitir alcanzar tu rendimiento cumbre y vas a querer cada vez más. 

La próxima vez que compitas amargado te vas a acordar de ésto, te lo aseguro.

El niño interior

El deporte es un juego. El mismo juego con la misma raqueta, pelota o lo que sea que cuando eras chico y jugabas con tus primos. 

El mismo juego que jugabas de chico, el mismo. 

Pero tú si cambiaste, no eres el mismo. 

Ya no juegas, ya no disfrutas. Si te caes te frustras. Si te golpeas, te quejas. Has perdido una de las cualidades más valiosas que cualquier ser humano puede tener y es abrazar a tu niño interior.

Tener su actitud, su curiosidad, su ingenuidad. Tener la capacidad de carte, llorar (a veces en forma falsa durante 2 minutos y sin lágrimas) y volver a pararse y correr. 

Correr como si fueras a vivir un sólo día como las mariposas.

Cuando eras chico disfrutabas todo, sin importar el resultado. Tenías ilusión. Tus ojos brillaban.

Ahora disfrutas sólo si ganas o las cosas salen fácil.

Volver a conectar con tu niño interior es la mejor oportunidad para recuperar el disfrute en la competencia. 

El contexto, el de al lado, o tu entrenador dictan tu ánimo. 

No tú. 

Y eso es otorgar el control de tu performance a otro, afuera. 

Vuelve al niño, allí radica todo el potencial que tienes.  

¿Qué es lo que hacía feliz a ese niño? ¿Qué es lo que dejaste de hacer para adaptarte y ser aceptado en el mundo?

Ganar por default

Disfrutar es ganar por default. 

Es ganar antes del pitido inicial. 

Es lograr el objetivo aunque no se manifieste en un resultado en sí mismo. 

Es como centrarte en un objetivo de proceso. Disfrutar es el viaje, no el destino. 

Una vez logras combinar esta habilidad natural con tu rendimiento pasan empieza a suceder la magia. 

¿Por qué? Simple.

Porque no importa si ganas o pierdes, tú ya ganaste. Si has disfrutado ya ganaste. 

Porque es una recompensa interior y vale más que una medalla que te puedes colgar en el cuello. 

El disfrute es una recompensa sostenible en el tiempo, la medalla no. 

Puede que teniendo la medalla incluso caigas en la maldición del anticlimax, el estado que experimentan muchos deportistas luego de ganar. 

Lo puedes leer en este artículo:

El disfrute te enseña y te ayuda a seguir aprendiendo y a seguir dando lo mejor. Te ayuda a seguir motivado, a sentir confianza, a ver tus objetivos con un enfoque de posibilidad.

Cuando actúas solo bajo estándares ajenos y te identificas con el resultado, pierdes el control. El resultado no está bajo tu control, por lo tanto, dependes del mundo exterior para ser feliz. 

Si aprendes a disfrutar a pesar del contexto ya eres automáticamente un campeón mundial y con más chances de serlo realmente. Recuerda que el disfrute es un requisito para crecer en tu carrera.

Disfrutar es una mentalidad

Estamos acostumbrados al paradigma de que la competencia es cómo una guerra. 

Tiene que haber sangre.

Cuando estás nervioso y tenso, como imagino lo está un soldado en una guerra, no puedes desarrollar tus habilidades al 100%. 

Estás atado, o no te sientes “suelto”. Tus ejecuciones se distorsionan porque tus músculos están tensos y tus pensamientos dispersos. 

La mentalidad del disfrute es justamente lo contrario. 

Cuando te enfocas en disfrutar a la hora de competir empiezas a liberar tensiones, empiezas a dejarte fluir, a permitir que lo que ya tienes automatizado se revele. 

Los movimientos, las decisiones, la intuición…

Ya están ahí. Sólo necesitas dejarlas revelarse y dejar de poner interferencias, de auto sabotearte.

El disfrute es la clave. 

Exigencia vs Excelencia.

El disfrute es el puente que te permite evolucionar, que te permite dejar se ser exigente para convertirte en alguien excelente. 

La exigencia te identifica con el error, no te permite aprender, te vuelve perfeccionista y te susurra al oído que no eres suficiente. 

Por el contrario, ser excelente representa enfocarse en la mejora continua, tener humildad y aprender de los errores.

Y sobre todo, disfrutar. 

¿Quieres ser excelente? 

Empieza a disfrutar más y verás los resultados. 

Hable sobre esta distinción en el podcast de Busca tu Coach. Escúchalo aquí:

Cómo dijo Carlitos Alcaraz, “he jugado feliz y por eso tengo el trofeo”. 

Te aseguro que aunque no lo haya ganado, igual sería un vencedor que iría en búsqueda del próximo Grand Slam. Si juega feliz, puede lograr lo que sea. 

No hay opción.

El disfrute es el camino. 

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