Después de 15 años volví a competir en un equipo de voley y en esta experiencia empezaron a surgir muchísimas distinciones que suelo trabajar con los deportistas en las sesiones de coaching, pero vividas por mí después de muchos años.
Independientemente de poner a prueba las destrezas técnicas, tácticas y físicas, que necesitaron – y sigue siendo así – varias sesiones de entrenamiento, la variable que más me interesaba poner a prueba era el de las mentales.
De toda mi experiencia hasta el momento, una de las que pude identificar es la habilidad de mentalidad de principiante, una forma de ver las cosas subvalorada pero una característica imprescindible para lograr tus objetivos personales y deportivos.
Te cuento que me pasó:
Estaba jugando como receptor-punta, posición que había experimentado en gran parte de mi etapa de juvenil. Cuando digo jugando me refiero a los entrenamientos, porque en los partidos no estaba ingresando muchos puntos y eso, lógicamente, dispara muchas emociones.
En un entrenamiento, faltó el líbero. Una posición en la que nunca jugué, ni en chiste. Me dijeron si quería entrenar en esa posición y acepté.
Me sorprendió en el momento pero opté por permitirme experimentar algo nuevo, sentí curiosidad por ver cómo es esa posición por más de que sabía que no la dominaba.
El entrenamiento lo disfruté muchísimo y además lo hice muy bien. Algunos de mis compañeros estaban sorprendidos (para bien) y yo igual.
El domingo, el día del partido, bajo mi absoluta sorpresa, el entrenador me comentó que tenía una buena posibilidad de empezar a entrenar y jugar de líbero, que seguro iba a sumar más minutos y que iba a poder aportar más al equipo.
A partir de ahí tomé este nuevo rol, el cual estoy descubriendo y además desarrollando habilidades nuevas que ni había tenido en cuenta cuando veía la posición de manera externa.
Sin darme cuenta, había estado aplicando una mentalidad de principiante.
¿Qué es la mentalidad de principiante?
El concepto de mente de principiante tiene sus raíces en el concepto Zen llamado «Shoshin” y fue descrito por el maestro Zen Shunryu Suzuki y consiste en “observar todo con ojos nuevos”.
El término Shoshin revela la paradoja de la sensación que tenemos de cuánto nos falta por conocer a medida que vamos aprendiendo algo.
A mi me pasó cuando recorrí el mundo durante un año en 2018-2019, cuando a medida que iba viajando y, según otras personas “conociendo todo”, me daba cuenta lo poco que conocía.
Esta forma de pensar se refiere a la actitud de tener una mente abierta, curiosa y propensa al aprendizaje, dejando de lado los prejuicios y creencias previas sobre la materia.
En este caso, la palabra principiante no indicaría inexperiencia, sino todo lo contrario. Tener la experiencia suficiente para entender que no lo sabes todo y que la apertura al aprendizaje y nuevas experiencias es fundamental para la evolución.
Esta mentalidad implica estar libre de prejuicios, ser receptivo a nuevas ideas y estar dispuesto a enfrentar desafíos como si se fuera principiante, sin asumir conocimientos preconcebidos o limitaciones autoimpuestas.
Además, el hecho de auto concebirse como un principiante, atrae otras cualidades igualmente fundamentales como la humildad. Por ejemplo, alguien que se considera a sí mismo un experto, alguien a quien no puedes enseñar algo novedoso respecto a su campo de conocimiento o bien dar una lección, no tiene humildad.
¿Y la mente de experto?
La mentalidad de experto es la de «ya me la sé todas» o «yo juego de esto y nada más». El experto es cerrado, resistente al cambio y prejuicioso.
No es perjudicial el saber mucho, sino el creer que no se puede saber más.
Cuando algo funciona, las personas se aferran a esos sistemas, metodologías o hábitos porque creen que puede funcionar para siempre. Muchas veces, cuando dejan de hacerlo, puede ser muy frustrante. Tener una mente de principiante, en estos casos, puede ser la llave maestra que desbloquee esta situación y permita desaprender para aprender, o simplemente incorporar nuevas experiencias que enriquezcan lo que ya se conoce.
Como dice Shunryu Suzuki:
«En la mente de principiante hay muchas posibilidades; en la mente de experto, hay pocas».
Ejemplos en el deporte
La mentalidad de principiante es una habilidad fundamental que todos los deportistas exitosos utilizan ya que no solo sirve para aprender nuevas ejecuciones o posiciones, sirve para todo.
Por ejemplo, adaptarse a un nuevo lugar, a un nuevo equipo en un nuevo país. Un deportista con mente de experto no podrá – o peor, no querrá – aprender el idioma local, ni acercarse a sus compañeros, adentrarse en su cultura ni nada de ello.
Cuando veo que Djokovic sabe hablar hasta en chino veo la mentalidad de principiante puesta en acción. Una mente abierta, desprejuiciada y curiosa que siempre quiere saber más para ser mejor.
La mentalidad de principiante puede ser útil también para situaciones como las que comenté al principio con mi experiencia personal.
Uno de los temas que me tocó trabajar con jugadores de baloncesto o hockey, es cuando los colocan en nuevas posiciones. Siempre hay una gran resistencia ya que eso, en su identidad deportiva, implica un cambio de paradigma.
Sin embargo, al abrirse y desarrollar la mentalidad de principiante, empiezan a incorporar habilidades que luego les potencia y apalanca lo que sabían de sus posiciones originales.
Es cuestión de probar, de innovar, de experimentar.
Definitivamente, existen dos grandes maneras de concebir el entorno, como algo conocido, constante y lineal, o como un mundo lleno de posibilidades que te pueden nutrir y llevarte a horizontes desconocidos.
La mentalidad de principiante es una de las habilidades más subvaloradas pero a la vez una de las más potentes porque es la raíz del aprendizaje.
¿En qué sientes que podrías tomar una mentalidad de principiante?
